Lo que aprendes cuidando de tus hijos, sirve en el trabajo

La vida personal y la profesional han estado tradicionalmente separadas. A menudo incluso se han considerado contrapuestas: lo que hagas en una irá en contra de la otra. En concreto, lo que aprendes como padre o madre, parece queno tiene ninguna utilidad para tu trabajo, e incluso puede "despistarte" del trabajo. En contra de estas ideas, un equipo de investigadores formado por David Miyar, José Mª López de Pedro y yo misma, hemos llegado a la conclusión de que el aprendizaje informal que se obtiene al criar a los propios hijos puede ser útil en el entorno laboral.

Tras una amplia revisión de literatura sobre psicología del desarrollo centrada en la crianza como contexto para el desarrollo personal, creemos que hay dos competencias tácitas que se derivan de la implicación en la crianza de los hijos y que pueden ser especialmente útiles en el entorno laboral. Son el pensamiento flexible y el pensamiento alocéntrico.
  • Si una cosa está clara para los padres y las mades, es que todo cambia. El pensamiento flexible implica ser capaz de hacer frente a situaciones nuevas y adaptar el comportamiento para que se ajuste a las necesidades del contexo. También aumenta la tolerancia ante la ambigüedad y la capacidad para resolver problemas. 
  • Cuando atendemos y educamos a nuestros hijos, aprendemos a saber cómo se sienten en cada momento, y nos preocupamos de favorecer su integración en la sociedad. El pensamiento alocéntrico implica comprender los puntos de vista de los demás, y estar dispuesto a luchar por metas colectivas, y a adaptar el propio comportamiento a las normas adecuadas en el grupo.
Estas competencias son tácitas, es decir: los padres y madres suelen desarrollarlas sin darse cuenta, y las ponen en juego de forma automática cuando el contexto lo require. Lo interesante aquí es que muchos entornos laborales, y especialmente los que se vienen llamando "intensivos en conocimiento", pueden beneficiarse de la aplicación de estas competencias.

Primero, la capacidad para el pensamiento flexible puede ser útil en cualquier situación en la que haya que equilibrar demandas aparentemente contradictorias. Cada vez es más habitual que las reglas universales ("si pasa esto, entonces haz aquello") choquen ante las necesidades de la situación concreta. Los directivos y los profesionales de alto nivel lo saben bien. Además, el pensamiento flexible favorece la capacidad de cruzar categorías conceptuales, lo que potencia la creatividad y la innovación.

Segundo, el pensamiento alocéntrico es importante en las situaciones que requiren interacción personal. En estas situaciones, es necesario saber ponerse en el lugar del otro y comprender qué normas rigen el encuentro. Los equipos de trabajo, el contacto con clientes o proveedores, la dirección de personas... son contextos laborales que sin duda pueden beneficiarse de esta competencia.

Si una persona puede desarrollar a través de su implicación en la crianza competencias valiosas para el trabajo, el concepto de "equilibrio" entre vida personal y profesional pierde parte de su sentido. La idea de equilibrio sugiere una situación de suma cero, en la que unos ganan solo si los otros pierden, pero si la crianza puede ser valiosa para el trabajo, es más adecuado hablar de una situación "ganar-ganar". 

¿Se dan cuenta las empresas de este potencial? ¿Y los trabajadores?


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